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Ya veremos hasta cuando

 

 

 

Tengo una teoría y es la siguiente: “si quieres conocer a un verdadero español, a uno de pura cepa, de ésos que son muy apasionados al fútbol, de los que ves en la televisión o de los que incluso te hacen voltear la vista por segunda ocasión, sólo tienes que visitar el Santiago Bernabéu o sus alrededores un día de juego”. 

Y, no es que no te encuentres españoles por las calles caminando, recorriendo la Gran Vía o el parque de El Retiro. Es simplemente que en el centro de Madrid escuchas una gran mezcla de acentos y culturas. Es una ciudad en la que nuestras distintas nacionalidades se conjugan y al final, resultas sintiéndote una pequeña pieza de un rompecabezas multicultural en el que cabemos todos. 

Pero en los estadios de fútbol puedes vivir y respirar la esencia de este país. El hecho de quedar a tomar unas cañas previas al partido, de comprar un bocadillo de jamón serrano y comerlo en el medio tiempo o de exigir la dimisión del Presidente del Madrid, Florentino Pérez, cuando las cosas no van bien, eso también es muy español.

El día de ayer, con 25 grados calentando la ciudad, los españoles regresaron al Bernabéu. Se pensaba que los socios del club iban a ceder sus abonos a esos extranjeros que aprovechan que el buen clima está llegando a la capital, pero no fue así. 

Aunque el equipo está infinitamente lejos del Barça en LaLiga y fuera de Copa del Rey y Champions, el regreso del mesías era algo que se antojaba presenciar.

Por supuesto que había que darle nuevamente la bienvenida al que consiguió escribir una de las épocas de gloria del Real Madrid en los últimos tiempos. Y es que dicen que las segundas partes nunca fueron buenas, pero el madridismo, confiado y pensando en el futuro, dio un paso al frente y se plantó en el Bernabéu.

Y Zidane, sin miedo y con golpes de autoridad, regresó bajo palos a Keylor Navas. El arquero de las últimas tres Copas de Europa que fue relegado a segundo plano sin respeto ni remordimientos. También volvieron a pisar el césped Isco, Asensio y Marcelo, al que se le vio con otro espíritu.

De pronto pareció que el guión de la serie no había cambiado, y ahí estaban los grandes nombres del Madrid una vez más comandados por el que tiene la misión de recuperar esa hambre de triunfo que parece haberse esfumado.

La victoria del encuentro ante el Celta apacigua pero no convence. A un español puro, poco puedes engañarlo. En el ambiente se escuchó la inminente necesidad de firmar un centro delantero y en reiteradas ocasiones, la urgencia de limpiar la plantilla de cara a la siguiente temporada.

Al final sólo quedan unas preguntas en el aire, ¿se necesita la regeneración que planteaba Solari o es suficiente con lo que se tiene? En las gradas se cree que urge recuperar el deseo de los jugadores por triunfar, y que aunque Zidane esté de vuelta, el renovarse o morir tiene que ser la premisa de este equipo con miras a continuar siendo el más grande del mundo.

Por lo pronto, desde las oficinas del Real Madrid se le ha devuelto un poco la ilusión a los españoles. Ya veremos hasta cuándo.